La Foto

De haber tenido una cámara capaz de capturar el olor del pan, a limpieza, a madera recién estrenada, esa habría sido la foto de su vida. Si más allá de su rostro emocionado, hubiera podido retratar la esperanza y el deseo de ese día, esa, sin duda, habría sido la foto de su vida.


Lo supo entonces. Y lo sabía muchos años después.

Laradio anunciaba que el verano entraba a las 20 horas con once minutos exactamente. Que habría luna llena y que se esperaban tormentas dispersas. Ojalá una foto hubiera podido capturar la voz profunda del locutor mientras el sol de la mañana acariciaba el fino mantel de hilo blanco de la mesa del fondo, la que estrenaron Luisa y Nicolás.

La acera baldeada, los geranios rojos recién regados. Juan, el panadero, saboreando el primer café de tantos. La fuente de la plaza, cantarina. Incansable. Cristalina. Clara.


Si hubiese podido fotografiar la textura carnosa de los pimientos; su tiernocrujido bajo la hoja afilada del cuchillo (“Ten cuidado, Laura, no te cortes…¡Qué bien huele ese pisto!“), la viveza del color cuando te regala un aroma atierra, a verdor, a frescura… “En una foto no cabe la generosidad del panrecién horneado. Ni la sabiduría de las recetas de mi casa”.

De haber podido hacer esa foto, perfumada, luminosa, limpia, serena, agradecida, esperanzada, deliciosa, esa habría sido, sin duda, la foto de suvida. Lo supo entonces, el día que abrió, y lo sabía ahora mientras tomaba su café mirando, como tantas veces, el agua caer incansable en la fuente -como un ciclo que no acaba, como la vida que no se agota-  y le cedía el testigo asu nieta, Anita: lo había dejado todo para recuperar el restaurante de su abuela.

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